miércoles, 3 de diciembre de 2008

Un soneto de bombones

El primero del sabor de sus ojos
para premiar el fin del arduo día,
el segundo con esperanza en trozos
para recobrar un poco de energía.

Siguió otro pedacito de café,
con el que despertar su orgullo
más otro pedacito más de café,
porque su orgullo no era suyo.

Les acompañó un quinto de melaza,

seguido de uno de naranja amarga

y de ausencia de freno y templanza


Engulló hasta llenar la caja de nada

y cuando acabó, lloró de desesperanza
autoderrotada, vacía, como su caja.

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