Creo que este sabado es el dia que mas frio he pasado en toda mi vida. Pase el fin de semana en Finlandia y como Helsinki me tiene un poco aburrido pues me fui a Estonia, a Tallin. Fui acompanado para variar.
La travesia en barco lleva una hora y media, pero debido a que el mar no era precisamente una balsa y el capitan decidio reducir la marcha, llevo dos. Creo que mas de un estomago revuelto agradecio la medida.
Habia gente que parecia divertirse pero yo no habia comprado un billete para el parque de atracciones. No queria pensar en la vuelta...
Ya en el puerto de Tallin perdimos nuestras reservas calorificas haciendo una estupida cola al aire libre para pasar el control de pasaportes.
Cambiamos 20 euros por 300 coronas estonas y nos dirigimos a la ciudad vieja.
La salida del puerto consistia en una escalera de hielo y nieve. No era muy larga pero si supiese lo que esparaba a su fin, hubiera preferido que no se hubiese terminado nunca. Una esplanada azotada por un gelido viento me hizo entender por que Napoleon no llego a Moscu!. A pesar de ir bien equipado fue toda una experiencia llegar a las murallas de la ciudad.
Seguro que en Avila habria algun bar en el que refugiarse, pero desafortunadamente para los estonios y para nosotros alli no habia ni bar, ni café, ni na. Hubo que andar un poco mas para encontrar una tienda de souvenirs. Si la triste senora que regentaba el negocio vendiese trocitos de calor seguro que le iria mejor, ya que los regalitos no atraian mucho.
Lo tipico de Tallin, a juzgar por las tiendas, es el lino. Manteles de lino, servilletas de lino, fundas de cojines de lino, camisas de lino. Yo siempre habia pensado que el lino es como las bicicletas, para el verano, pero se ve que no.
Anduvimos un poco mas y llegamos a la plaza mayor y su mercado de Navidad. Alli nos metimos un glogli. Riquisimo brebaje alcoholico y caliente en el que flotaban unas avellanas y se hundian unas pasas. Este brebaje lo conocia yo desde que sali a pescar sobre un lago helado unos anos antes, pero esa es otra historia...
El glogli precedio al largo paseo entre catedrales hasta llegar a un mirador desde el que se divisaba la parte nueva de Tallin. Supongo que si la defino como la zona sovietica se entiende lo que quiero decir.
Una ligera comida despues ya no habia luz natural. Quedaba algo de tiempo para visitar un torreon de la muralla a 25 coronas por cabeza. El museo sencillo y no muy interesante haria bien en cambiar la disposicion de las luces.
Era hora de volver al puerto, cuesta abajo, escaleras arriba, atravesar esplanada, escaleras abajo, control de pasaportes, barco, oleaje, puerto.
En Helsinki ya no hacia tanto frio.
jueves, 6 de diciembre de 2007
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